Un desafío para los Guías Mayores del Sureste de México.
En el
campamento El Trébol de la Asociación del Mayab, del 1 al 4 de octubre
se realizó el I Camporee de Guías Mayores de la Unión Mexicana del
Sureste.
Para
darle vida a este gran evento asistieron 3,330 guías mayores de 150
clubes que pertenecen a los 7 campos de la unión. Jóvenes de los estados
de Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, acompañados por los
administradores, directores de Ministerio Juvenil, pastores y personal
de apoyo de sus asociaciones/misiones dieron realce, dinamismo, colorido
y el toque de alegría cristiana a este hermoso camporee.
En
su mensaje de bienvenida y apertura, el Ptr. Isaías Espinoza Hernández
presidente de la unión, exhortó a los asistentes a una convivencia llena
de alegría y bonitos momentos en el marco relacional de respeto
cristiano. Su deseo es: “Anhelo
de todo corazón que en este camporee refuerces tu compromiso con tu
Dios, de manera que Jesús esté entronizado en tu corazón”.
El Ptr. Gilbert Cangy, director mundial del Ministerio Juvenil, expresó: “Mi
sueño es ver a la juventud apoderarse de la misión de la iglesia y
ponerse de pie como un movimiento global por Jesús, para llevar
esperanza y sentido a nuestro mundo sin esperanza”. Considerando la
experiencia de José, exhortó a los presentes diciendo “seamos fieles a
Dios, porque, él es fiel”. Inspiró
a los jóvenes para fortalecer su compromiso con Dios a través de la
comunión y dependencia permanente del Espíritu Santo y de vivir la
experiencia cristiana ¡AL EXTREMO CON JESÚS!
Al
relatar la experiencia de su encuentro con el Redentor, el Ptr. Armando
Balán Tamay, director de Ministerio Juvenil de la Unión Mexicana del
Sureste, dijo: “Dios
creó a la juventud con la capacidad de hacer cosas extraordinarias en
todos los hábitos de la vida. Pero ir al ‘Al Extremo con Jesús’,
significa lograr lo que es imposible para el mundo, pero posible en el
nombre de Jesús! Es tiempo de cerrar filas y comprometernos de manera
definitiva de ir ‘Al Extremo con Jesús’ en consagración, servicio,
misión y liderazgo”. Motivó
y desafió a los asistentes: “Disfruta tu Camporee, conviviendo,
aprendiendo, participando y sobre todo consagrándote a Jesús”.
Los
objetivos por los que se realizó todo esfuerzo fueron: 1) Fortalecer la
vida espiritual de cada Guía Mayor y su compromiso con la misión; 2)
crear un espíritu de compañerismo y fraternidad entre todos los Guías
Mayores de la Unión; 3) desafiarlos a demostrar los conocimientos,
habilidades y destrezas adquiridos del currículum de la clase de Guía
Mayor; 4) animar a los Guías Mayores a poner sus talentos y habilidades
al servicio de la iglesia y los clubes; 5) reafirmar y demostrar la
disciplina que da identidad a un Guía Mayor.
Además
de los mensajes espirituales, se realizaron actividades como el Rally
Extremo, Mayordomo Extremo, Natación Extrema, demostración de Escoltas,
Fieles a su Palabra, Nuestra Herencia y Emergencia Extrema.
La
motivadora y gozosa confraternidad derivó en sana nostalgia al terminar
el camporee y desarmar los campamentos el domingo por la mañana; sin
embargo, en las mentes y corazones de los Guías Mayores, van depositadas
muchas lecciones, experiencias, aprendizajes y recuerdos para la vida,
especialmente, el deseo fortalecido de aceptar el desafío de vivir ¡AL
EXTREMO CON JESÚS!
La alegría de vivir siendo una bendición para los demás.“En
el proceso de preparar a una dama para su servicio, el Señor, la toma,
la bendice, la quebranta y la motiva para entregarse a su servicio”,expresó
la Sra. Raquel Arráis, Directora Asociada de Ministerios de la Mujer de
la Asociación General. En su reflexión explicó que el proceso de
transformación de una mujer inicia cuando permite ser tomada por el
Espíritu Santo, es fortalecida y preparada para entrar en un período de
pruebas para el desarrollo y refinamiento del carácter cristiano que,
finalmente, está en condiciones para mostrar a Jesús por testimonio.Aunque
todo el evento fue de gran inspiración, merecen mención singular el
ambiente de armonía y espiritualidad en general; las inspiradoras y
motivantes ponencias de las conferencistas; la presentación, aunque
corta pero muy didáctica de la biografía de algunas mujeres de impacto
como Hellen Keller, Susana Wesley, Florence Nightingale, entre otras;
los momentos especiales de oración en un salón excelentemente preparado
para un encuentro significativo con Dios; los bandos de oración en la
nave central y las alabanzas tanto especiales por campos como las
sesiones dirigidas por las directoras de las asociaciones y misiones.
Un
promedio de 1200 damas de las diferentes asociaciones y misiones de la
Unión Mexicana del Sureste, asistieron al Congreso de Ministerio de la
Mujer que se realizó del 6 al 8 de noviembre en el Hotel Barceló de la
Riviera Maya.
“Que
este fin de semana, nos gocemos con las ponencias de las invitadas,
disfrutemos de la convivencia unas con otras, compartamos nuestra unidad
en Cristo y nos fortalezcamos e inspiremos a través de cada mensaje,
cada canto y cada participación”, expresó la directora del Departamento
de Ministerio de la Mujer Lic. Edith Ruiz de Espinoza, concentrando en
esta declaración los objetivos del congreso.
La
Sra. Heather-Dawn Small directora de Ministerios de la Mujer en la
Asociación General, en sus mensajes a las damas adventistas expresó: “A
través de las pruebas, a través de los momentos difíciles, Dios nos
transforma si nos rendimos a su voluntad”. Asimismo, hizo alusión a tres
importantes preguntas en la vida de cada mujer: ¿Quién soy? ¿Cuálesson las expectativas que Dios tiene de nosotras? ¿Cuál es el propósito de Dios para nosotras?En
respuesta y en el orden de las preguntas dijo: “Somos hijas de Dios;
Dios espera que nos rindamos a él; existimos para dar testimonio de Dios
a quienes no lo conocen”. Exhortó a las damas diciendo: “Tú eres una
luz, la luz no hablapero ilumina para ver el camino, que en este caso es Jesús. ¡Brilla como Jesús! ¡Vive como Jesús!”
La
Sra. Dinorah Rivera, Directora de Ministerio de la Mujer de la División
Interamericana, enfatizó la importancia del cambio de la naturaleza
femenina en las áreas: corazón, mente, cuerpo y emociones por influencia
del Espíritu de Dios. Ante las circunstancias críticas de la vida, la
hermana Rivera expresó: “Estad quietos en cualquier circunstancia
confiadas en que Dios está al cuidado de todo”, exhortó a las
asistentes, “cuando te sientas frustrada en tu relación con otros
recuerda el versículo, `todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo
justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna
virtud o algo que merece elogio, en esto meditad” (filipenses 4:8).En
el ánimo de transmitir un mensaje de seguridad personal, recordó las
palabras del apóstol Pablo cuando escribió: “Por nada estéis afanosos,
sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y
ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6). Finalmente, haciendo
referencia al lema del congreso, Mujer restaurada mujer transformada,
recordó las palabras de David: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y
renueva un espíritu recto dentro de mi” (Salmo 51:10).
El
Ptr. Isaías Espinoza Hernández, presidente de la unión quien indicó la
inauguración y clausura del evento, expresó: “¿De cuánto valor es una
mujer transformada? Creo que no podemos calcularlo, una mujer
transformada cambia el paradigma de su hogar, es una bendición para su
entorno y es pieza clave para la edificación de la iglesia”. Como
resultado de la restauración el Ptr. Espinoza dijo: “La transformación
conlleva a la restauración y la restauración hace que las relaciones
verticales y horizontales sean sanas. Oremos para que Dios transforme y
restaure a las damas de nuestra unión”.
Durante el Congreso
de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, los días 2 al 11 de
julio de 2015, en San Antonio, Texas. El tema, “¡Levántate!
¡Resplandece! ¡Jesús Viene!”, con una decisión dividida,
se tomó el punto acerca de la ordenación de las Mujeres dentro de la Iglesia
Adventista. Este planteamiento fue uno de los controversiales que se llevó a
cabo dentro de mencionada conferencia.
Esto es lo que reconocidos pastores
dentro de la iglesia Adventista opinan:
Jan Paulsen «Temo
que se hará un daño muy serio a la unidad global de nuestra iglesia si
no permitimos que esas regiones de nuestra familia global, para quienes
ha llegado la hora y su cultura lo demanda, tengan el derecho y la
autoridad de permitir a las mujeres el mismo acceso que los hombres en
el ministerio de la iglesia».
«El papel de las mujeres en el ministerio». Hemos estudiado este
asunto, lo hemos considerado desde cada perspectiva, hemos orado al
respecto, y lo hemos discutido basados en nuestras convicciones. Hemos
hecho eso durante 40 años sin ningún resultado, excepto posiblemente una
mayor polarización en nuestra iglesia que nunca antes en la historia
moderna. Las distancias en nuestra iglesia entre «este y oeste, norte y
sur» son dolorosamente aparentes.
El tema está ahora en la agenda para la Sesión de 2015 en San Antonio
y la forma como lo tratamos y su resultado puede, más que ningún otro
tema, definir esta Sesión.
Es bueno para nosotros recordar que nunca, como iglesia —ya sea
durante el Concilio Anual o durante una Sesión de la Conferencia
General— hemos llegado a la conclusión de que hay un consejo inspirado
claro y sin ambigüedades que nos previene de ordenar a las mujeres al
ministerio. (Hay opiniones privadas en abundancia pero, como iglesia, en
concilio, nunca hemos tomado esa posición). Por omisión, lo queramos o
no, estamos diciendo: «El tiempo y la cultura definirá la acción
adecuada en el momento adecuado».
Es mi firme convicción que debemos decir SÍ en San Antonio. Temo que
se hará un daño enorme a la unidad global de la iglesia si no permitimos
que esas partes de nuestra familia global, para quienes ha llegado el
tiempo y la cultura apropiada, tengan el derecho y la autoridad de
permitir que las mujeres tengan acceso similar al de los hombres en el
ministerio de nuestra iglesia.
Esto no coloca ninguna obligación en la iglesia en otros lugares para
actuar precipitosamente con respecto a este asunto. Debemos ser
sensitivos a lo que es de mejor interés para la misión y unidad
considerando el tiempo y el lugar en la cultura en la que nos
encontramos. Podemos hacer esto sin poner en riesgo las doctrinas
bíblicas con las que nos identificamos, proclamamos y defendemos.
Mi ruego a nuestra iglesia en las áreas del mundo con el crecimiento
mayor es: sean comprensivos en relación a este asunto y por lo que debe
de pasar en otras partes del mundo para que podamos seguir adelante en
unidad. Si esa comprensión no se logra en San Antonio, me temo habrá una
fractura en nuestra organización. La reacción en cadena probablemente
dañe otras áreas en la vida de nuestra iglesia.
Mi oración es que diremos SÍ. Si no lo hacemos, me temo seremos juzgados severamente tanto por la historia como por el Señor.
Charles Bradford «La
práctica de la ordenación debería proveer unidad y al mismo tiempo ser
de énfasis misionero. El secreto de la unidad se encuentra en la
igualdad de los creyentes en Cristo…».
Conforme entramos en el tercer milenio, podemos esperar que el ritmo
de la vida en general y el propósito redentor de Dios para la iglesia en
particular se acelere conforme vamos de gracia a gloria. La iglesia
debería de movilizarse para aprovechar lo más posible los talentos de
sus mujeres. En relación al sentido que las mujeres tienen de haber sido
llamadas al ministerio evangélico, debemos avanzar más allá de donde
nos encontramos. Debemos hacer a un lado todo vestigio de Romanismo. No
estamos donde estuvo Lutero —hemos avanzado. Si el Señor llama a Samuel,
que Elí sea quien escucha; si el Señor llama a Debra o a Febe hoy,
estemos dispuestos a escuchar. No sigamos discutiendo sobre la
ordenación de las mujeres al ministerio; dejemos que el Espíritu Santo
haga su obra.
La ordenación no es un asunto de derechos. Nadie tiene derecho a ser
ordenado. Pero la iglesia tiene la obligación de reconocer los dones que
Dios le ha concedido. Tenemos la obligación de afirmar esos dones y a
quienes los portan. No debemos de hacer de la ordenación un club
exclusivo para varones. Quien desee ser el mayor entre ustedes, que sea
su siervo. Nuestra función es facilitar los dones de los demás
—exponerlos, ponerlos a su mejor uso.
No necesitamos un texto bíblico que diga: «Acuérdate de ordenar a las
mujeres» para hacerlo. Servimos a un Dios magnificente, a un Dios que
no tiene límite. Como Jesús le dijo a Nicodemo, el Espíritu Santo sopla
donde desea soplar. Si desea soplar sobre las mujeres, lo hace de la
misma forma como cuando sopla sobre los hombres.
La práctica de la ordenación debería proveer unidad y, al mismo tiempo,
ser de énfasis misionero. El secreto de la unidad se encuentra en la
igualdad de los creyentes en Cristo. «Mientras ayunaban y participaban
en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: “Apártenme ahora a Bernabé
y a Saulo para el trabajo al que los he llamado”.
»Así que después de ayunar, orar e imponerles las manos, los
despidieron» (Hechos 13:2, 3, NVI). Es como si la comunidad en oración
hubiese pedido al Señor que bendijese las labores de los elegidos y les
asegurase su protección. Les impusieron las manos y los despidieron.
Toda la iglesia participó. Pablo y Bernabé eran sus «muchachos» y eran
responsables de brindarles su apoyo. Quienes fielmente permanecieron en
su lugar eran parte integral de la misma misión. Eso es todo lo que
podemos deducir de ese texto. Nada más —y nada menos.
Finalmente, habrá en el tiempo y en la historia una demostración de
la comunidad ideal. La dirección del Espíritu no será desafiada; cada
miembro de la comunidad será afirmado y participará en el ministerio. Al
acercarse el fin la comunidad se ajustará, se amoldará, más y más a la
liberadora regla de Cristo, en la que «no hay judío ni griego, esclavo
ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo
Jesús» (Gálatas 3:28; ver Romanos 10:12; 1 Corintios 12:13).
Prevalecerán la libertad y la justicia. Cada potencial será aprovechado
al máximo. Y los dones del Espíritu florecerán en una iglesia radiante
(Efesios 5:27).
Alejandro Bullón «Hacer esto es aceptar el desafío de continuar siendo una iglesia unida en la diversidad».
Estoy seguro de que el Concilio Anual de la Conferencia General, en
su última reunión, fue inspirada por Dios para recomendar que la iglesia
mundial, representada por sus delegados en San Antonio decidieran, con
un SÍ o un NO, permitir que las divisiones mundiales establecieran
políticas que gobernasen el tema de la ordenación de las mujeres.
La iglesia ha crecido. Un pequeño grupo de fieles creyentes a finales
del siglo XIX se ha tornado en una familia multicultural de casi 20
millones de creyentes alrededor del mundo. Ese crecimiento tiene su
precio: respetar la diversidad de razas, lenguajes y culturas dentro de
la unidad que Jesús soñó cuando dijo: «Para que todos sean uno. Padre,
así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en
nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Juan 17:21).
Conforme predico el evangelio en diferentes países alrededor del
mundo, me regocijo al ver la diversidad de nuestra familia mundial y,
por esa razón, apoyo el voto de SÍ. Estoy a favor de permitir que cada
División decida si debería o no ordenar a nuestras hermanas. Hacer esto
es aceptar el desafío de continuar siendo una iglesia unida en nuestra
diversidad.
Calvin B. Rock «¿Será
que la manifestación no solamente del deseo sino el “don” del
ministerio que se manifiesta cada vez más en nuestras miembros femeninos
es un cumplimiento de la promesa de Dios en Joel 2:28, 29 de una
proclamación más intensa del evangelio en los “últimos días”?».
«¿Será que la manifestación no solamente del deseo sino el “don” del
ministerio que se manifiesta cada vez más en nuestras miembros femeninos
es un cumplimiento de la promesa de Dios en Joel 2:28, 29 de una
proclamación más intensa del evangelio en los “últimos días”?». Me
parece que sí. Una razón es que este aumento en ese deseo y esos dones
no se llevó a cabo en los días de Pablo, o durante la Edad Media, o en
los días de los pioneros de nuestra iglesia, o en las generaciones
posteriores. En otras palabras, no se llevó a cabo en esas eras cuando
los mujeres no podían hablar en la iglesia o ser dueñas de propiedades
o, como hasta no hace mucho tiempo, tener un cargo o votar.
Es mi convicción porque, lo mismo que las actitudes evolutivas y las
condiciones deteriorantes de la sociedad a mediados del siglo XIX se
combinaron para lanzar a los Tres Ángeles de Apocalipsis 14:6-12,
también han producido en nuestros días un mundo en desesperada necesidad
de la unción indiscriminada articulada por Joel, autenticada por Pablo
(Gálatas 3:28) y validada por Juan (Apocalipsis 1:6).
Desde 1863, cuando los hombres correctamente (dada la situación)
asumimos las riendas de la dirección de la iglesia, hemos tratado
sinceramente pero fallado en preparar al pueblo de Dios para el
Pentecostés. Hemos hecho eso a la vez que hemos tratado cuidadosamente
de restringir la participación femenina en nuestras decisiones de
autoridad. Solamente la ordenación puede dar marcha atrás a esa práctica
y permitir que los talentos sin explotar de mujeres consagradas
bendigan nuestras decisiones en las etapas más sensitivas de
planificación.
Reflexionando sobre el hecho de que, como la séptima generación desde
nuestros comienzos, permanecemos frustrados con respecto a la condición
de la Lluvia Tardía y comprendiendo que esta acción que puede promover
el ministerio no altera ninguna de las 28 creencias fundamentales,
concuerdo que ha llegado la hora de que las Divisiones que reconocen a
las mujeres como receptoras del don del ministerio y cuyas sociedades no
son hostiles a su función, deberían proveerles plenos privilegios
ministeriales. Sus dones son obvios, sus sacrificios son similares, sus
servicios son necesarios urgentemente.
William G. Johnsson «Las
mujeres no se entrometieron en la iglesia… autorizamos a que las
mujeres fuesen ordenadas como ancianas en las iglesias y las animamos a
quienes sentían el llamado a asistir al seminario…».
Durante los últim
os 40 años la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha
estado preocupada por la función de las mujeres dentro de la misma. He
seguido ese desarrollo con gran interés y ahora, reflexionando sobre el
pasado, he llegado a una convicción firme: necesitamos la involucración
de las mujeres en todas las fases y en todos los niveles. Por lo tanto,
el voto de la Sesión de la Conferencia General en San Antonio demanda un
resoluto SÍ para que la misión de la iglesia al mundo siga avanzando y
la unidad sea preservada.
Las mujeres no se entrometieron en la iglesia. Empezando en 1976 la
Iglesia tomó una serie de pasos para llevarnos a donde estamos ahora:
autorizamos a que las mujeres fuesen ordenadas como ancianas en las
iglesias y las animamos a quienes sentían el llamado a asistir al
seminario. Pusimos a su disposición lugares donde pudiesen servir con
sus colegas masculinos y, eventualmente, las autorizamos para llevar a
cabo las funciones principales del ministerio pastoral: predicar,
bautizar, oficiar durante la santa cena y celebrar matrimonios.
Únicamente en un punto las mujeres se han mantenido separadas —no han sido ordenadas como los hombres.
El papel de las mujeres se discutió en tres Sesiones de la
Conferencia General: en 1985 (brevemente) y a profundidad en 1990 y
1995. Durante esos últimos cinco años una comisión más se enfocó en el
mismo tema. El tiempo y el gasto involucrados en todas esas
deliberaciones han sido significativos. Es hora de llevar las cosas a su
punto final y seguir avanzando.
Dado que las Escrituras no proveen una dirección indiscutible a este
respecto, creo que el Espíritu Santo sí la manifiesta. «Por sus frutos
los conoceréis», dijo Jesús refiriéndose a lo verdadero y lo falso
(Mateo 7:16). Después de 40 años podemos ver claramente el fruto del
ministerio de las mujeres y es maravilloso y poderosamente dirigido por
Dios.
Si Dios ha puesto su sello de aprobación a las mujeres en el
ministerio, ¿quiénes somos nosotros para rehusar el reconocimiento
oficial? No podemos dar marcha atrás, debemos seguir adelante. Debemos
votar SÍ en San Antonio.
Angel Rodriguez «El
tema de la ordenación de las mujeres al ministerio ha sido
prácticamente resuelto por la iglesia al considerar que este tópico es
un asunto de opinión personal.»
El tema de la ordenación de las mujeres al ministerio ha sido
prácticamente resuelto por la iglesia al considerar que este tópico es
un asunto de opinión personal. Me explico. Este tópico ha sido debatido
durante años por miembros de iglesia en ambos campos del tema —quienes
lo apoyan y quienes están en contra. Las discusiones durante las
sesiones de la Conferencia General siempre han considerado a cualquiera
que esté de parte de un punto o del otro como un miembro adventista
regular. No se ha aplicado disciplina eclesiástica a persona alguna
basados en su opinión a este respecto. Lo único que se requiere de todos
es que esperen a la decisión final tomada por la iglesia mundial en una
sesión de la Conferencia General.
Lo que se requiere de todos quienes apoyan la ordenación de las
mujeres al ministerio es que la aceptación de la iglesia a las diversas
opiniones respecto al tópico den un paso adelante al permitir la
ordenación de las mujeres en esos segmentos del mundo donde la
ordenación de las mujeres al ministerio no tendría un impacto negativo
en la iglesia. En otras palabras, el reconocimiento de la ordenación de
las mujeres al ministerio no es un punto doctrinal sino uno en el que se
aceptan diferentes opiniones y debería ser implementado en la vida de
la iglesia siempre que sea posible. Ese paso tan importante se justifica
de diversas formas.
Primero, por primera vez en la historia de la iglesia, la iglesia
mundial (por lo menos en muchos de sus diversos niveles administrativos)
está bien informada sobre el tema y su complejidad. Esto ha sido el
resultado del estudio del tópico en los Comités de Investigación Bíblica
en todas las divisiones lo mismo que el estudio y la discusión del
tópico que se efectuó en el Comité del Estudio de la Teología de la
Ordenación designado por la Conferencia General y la diseminación de los
resultados de su labor en todo el mundo.
Segundo, es claro ahora que no hay un pasaje bíblico o una
declaración de Elena White que ordena o se opone claramente a la
ordenación de las mujeres al ministerio. En otras palabras, los
delegados a la Sesión de la Conferencia General no tienen un mandato
bíblico unánime sobre el cual decidir si la iglesia debería o no de
ordenar a las mujeres al ministerio en todas las divisiones.
Tercero, es claro por primera vez en el mundo de la iglesia que esto
no tiene nada que ver con rechazar o modificar nuestras doctrinas
bíblicas. No es un tópico doctrinal sino un punto de tradición.
Tradicionalmente no hemos ordenado a las mujeres al ministerio, pero eso
no significa que sea incorrecto ordenarlas. Deberíamos tener cuidado de
no constituir una tradición que carece de una base bíblica clara en un
punto doctrinal.
Cuarto, tenemos una evidencia clara de que el Señor ha estado guiando
a su iglesia a ordenar a las mujeres al ministerio en los lugares donde
ello es indispensable. Tengo en mente específicamente a la iglesia en
China. Esto es un punto muy importante porque esa decisión no puede ser
considerada como un acto de «rebelión» contra las decisiones de la
iglesia mundial. Ha sido la obra del Espíritu guiando a la iglesia en
China que ha hecho su labor más efectiva en el cumplimiento de su
misión. Lo que han hecho ha demostrado ser una bendición para la iglesia
en esa parte del mundo.
Ha llegado la hora de seguir adelante en fe, sabiendo que al ordenar a
las mujeres al ministerio no estamos violando las enseñanzas de la
Biblia o la dirección del Espíritu a través de Elena White. No
permitamos que el temor nos paralice. Hagamos lo correcto y beneficioso
para la iglesia. La mejor opción ante nosotros es permitir que las
divisiones que están listas para tener un cuerpo de pastores ordenados
que incluya a todos los sexos, lo hagan. Que los delegados a la Sesión
de la Conferencia General eleven sus manos al Señor en oración y
bendigan a los hermanos y hermanas que, bajo la dirección del Espíritu,
están listos para ordenar a las mujeres al ministerio.
La Iglesia Adventista del Séptimo
Día ha dado a conocer una declaración oficial sobre las vacunas,
diciendo que “alienta la vacunación responsable”, y que no tiene razones
basadas en la fe de desalentar que los creyentes participen de
programas de vacunación.
La declaración completa, que lleva el título “La vacunación”, expresa:
“La Iglesia Adventista del
Séptimo Día da un fuerte énfasis a la salud y el bienestar. El énfasis
adventista en la salud está basado en la revelación bíblica, los
escritos inspirados de Elena G. White (una de las fundadoras de la
denominación), y en las publicaciones científicas con revisión de pares.
Como tal, alentamos la vacunación responsable, y no tenemos razón
religiosa o que se base en la fe sino para alentar a nuestros seguidores
para que participen de manera responsable de programas protectores y
preventivos de vacunación. Valoramos la salud y la seguridad de la
población, lo que incluye el mantenimiento de la “inmunidad colectiva”.
“No somos la conciencia del
miembro de iglesia individual, y reconocemos las decisiones
individuales. Estas son las que ejerce cada persona. La decisión de no
ser vacunado no es y no debería ser visto ni como el dogma ni la
doctrina de la Iglesia Adventista del Séptimo Día”.
La iniciativa busca un derramamiento del Espíritu Santo sobre las decisiones que se tomen en el encuentro.
Los adventistas del séptimo día
de todo el mundo pronto comenzarán a orar por el derramamiento del
Espíritu Santo en el próximo Congreso de la Asociación General, como
parte de un llamado a la renovación espiritual y a la preparación para
la venida de Cristo.
El programa de “Cien días de
oración”, que comienza el 25 de marzo, busca hacer realidad un plan que
Elena G. White, una de las fundadoras de la Iglesia Adventista, dijo que
Dios no pudo lograr en la iglesia en el Congreso de la Asociación
General 1901 en Battle Creek (Míchigan, Estados Unidos).
Dios había planeado llevar
adelante una profunda renovación espiritual y transformar vidas cuando
los asistentes se reconciliaran entre sí mediante la humildad y la
confesión de pecados en ese congreso, dijo White después de despertar de
una visión conocida como “Lo que pudo haber sido”.
Ese logro, sin embargo, no se
hizo realidad, porque los corazones endurecidos de los participantes
impidieron la unidad que Dios había procurado, expresó.
“Profundamente desilusionada,
ella comprendió que el Señor podría haber regresado durante la
existencia de esos miembros, pero que su pueblo no respondió a la
influencia del Espíritu Santo como debería haberlo hecho”, expresó en
una declaración la Asociación Ministerial de la Asociación General, que
está organizando los “Cien días de oración”.
El programa “Cien días de
oración” invita a los adventistas para que dediquen cada día un tiempo
para orar por el derramamiento del Espíritu Santo, por los líderes de la
iglesia y por las decisiones que serán tomadas en el Congreso de la
Asociación General 2015, la asamblea quinquenal de la Iglesia Adventista
mundial. La iniciativa de oración continuará hasta el 11 de julio, día
en que culmina el congreso que se llevará a cabo en San Antonio (Texas,
Estados Unidos).
Los interesados pueden apuntarse
para recibir mensajes electrónicos diarios a partir del 25 de marzo de
parte del sitio web de la Asociación Ministerial en la dirección 100DaysofPrayer.org.
El mensaje electrónico incluirá mensajes devocionales para la vida
real, una lista rotativa de nombres de líderes de la iglesia por los
cuales orar, y las necesidades significativas que deben tenerse presente
en oración, en preparación para el Congreso de la Asociación General
2015. Los participantes pueden registrarse como individuos, iglesias,
grupos pequeños o instituciones educativas.
Jerry Page, quien dirige la
Asociación Ministerial, dijo que estaba orando por un derramamiento del
Espíritu Santo durante el congreso, similar al que experimentaron los
discípulos de Cristo en el aposento alto en Hechos 2.
“Sabemos que se necesita tomar
grandes decisions y escuchar las diversas opiniones”, dijo Page.
“Estamos orando para que estas reuniones fundamentales sean un tiempo en
el que Dios pueda llegar a los corazones de los individuos y, al igual
que en el libro de los Hechos, encienda la pasión de compartir las
buenas nuevas con todas las personas del mundo”.
A pesar de ello, la esperanza más
grande que tienen los líderes de la iglesia es que el congreso de 2015
no repita la experiencia de 1901, y que Jesús pueda regresar pronto.